Proliferan en nuestros días las fórmulas de encuentro entre iniciativas emprendedoras, por un lado, y corporaciones y grandes empresas, por otro. Las sinergias pueden resultar provechosas para ambas partes., al menos sobre el papel.
Si atendemos a las corporaciones y grandes empresas en general, es conocida su tendencia a invertir en innovación continua o incremental, pero también es conocida su dificultad para invertir en innovación radical o disruptiva. Sin embargo, ambas formas de innovación son importantes. La primera es crucial en el éxito a corto plazo, es decir, a la hora de explotar los mercados actuales. La segunda, por su parte, es esencial para la supervivencia y el crecimiento a largo plazos, esto es, para la exploración de los mercados del futuro. ¿Cómo activar entonces procesos de innovación radical para los que las corporaciones están cultural y organizativamente mal pertrechadas?
Las iniciativas emprendedoras, por su parte, están mejor diseñadas para la innovación radical o disruptiva, al menos las mejor gestionadas. Las dificultades emergen sin embargo a la hora de armar esas innovaciones de mamera que se abran paso en los mercados (o para crearlos). La carencia de habilidades comerciales de los emprendedores y emprendedoras, sus limitaciones a la hora de afrontar la respuesta del mercado a la innovación, su proverbial carencia de recursos, entre otros, son factores de peso que acaban por hacer naufragar el débil armazón del proyecto emprendedor.
Por todo ello, encontrar fórmulas de encuentro entre emprendedores y corporaciones puede suponer un recurso valioso para ambas partes. La experimentación en este ámbito está en plena efervescencia. ¡Bienvenida sea! Tengamos en cuenta no obstante que experimentación implica aprendizaje, acertar a veces, pero también cometer errores. Hay que manejarse pues con cautela. Y no pedir resultados inmediatos a un mecanismo que, por definición, se enfoca en el largo plazo.
Tampoco se puede decir que sea algo nuevo. Los ejemplos clásicos abundan. Vemos no obstante fórmulas nuevas con interesantes ventajas, como la flexibilidad, la diversificación de riesgos, el engranaje con mecanismos capaces de optimizar recursos, etc.
Repasemos algunas de estas fórmulas, con afán más ilustrativo que exhaustivo:
- La participación de la corporación en el capital de la start-up es una fórmula tradicional. La corporación puede aportar innumerables recursos a la start-up, y no hablamos sólo de dinero. Nos referimos a clientes, a conocimiento de tecnologías complementarias, etc. Abundan los ejemplos de sinergias exitosas. Desgraciadamente también de lo contrario (ver los casos incluidos en nuestro Kit de recursos para start-ups).
- La participación a través de vehículos de inversión mejor estructurados puede ser una forma de reducir las incidencias negativas, El caso Multiscan ilustra cómo una start-up ya consolidada se convierte en gran empresa que invierte en proyectos emprendedores a través de un fondo de inversión tecnológico vinculado a una universidad.
- La creación de aceleradoras, o la participación en ellas, es otra fórmula de actualidad, gracias a la actualidad que ellas mismas exhiben. Algunas de las grandes corporaciones españolas están dedicando fondos a este tipo de iniciativas, como es el caso de Repsol, Telefónica (Wayra) o Bankia.
- Laboratorios para la innovación con carácter abierto. Son los más directamente encuadrables en la denominada Innovación abierta. Un buen ejemplo es el Digital Hub de Ferrovial, que pretende identificar y apoyar aquellas iniciativas emprendedoras que puedan tener sinergias con las líneas de negocio de la Corporación. Unilever Foundry es otro ejemplo, que deja claro su mensaje desde el eslogan: ‘Innovación mediante la colaboración’.
- Concursos y otras acciones puntuales que, configurando fórmulas menos ambiciosas, pueden resultar sin embargo espacios para la experimentación muy productivos e instructivos.
Un buen ejemplo para terminar, la app Reciclaya, desarrollada por la firma emprendedora Recycl3r en el marco de un proyecto de colaboración con Carrefour (en la imagen). La web enseña a reciclar usando el ticket de compra.
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