El blog de José María Mateu

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De la generación más preparada a la orientación a resultados

abril 5th, 2012 · No Comments · Futuro, Talento

“La mitad de nuestros bien formados jóvenes están desempleados”. “El talento de la generación más preparada de nuestra historia se desperdicia o se regala a países extranjeros”. Numerosos medios de comunicación repiten con insistencia afirmaciones como éstas. Y yo me pregunto, si realmente están tan bien preparados, ¿por qué no encuentran la forma de dar utilidad a su preparación?

Muchas ofertas de empleo añaden al final de los requisitos exigidos a los candidatos una cuyas implicaciones rara vez se comprenden de verdad, la orientación a resultados. ¿Nos hemos parado a pensar en detalle qué se quiere decir con esto? Yo lo suelo ilustrar con un ejemplo del mundo quirúrgico, el de aquel cirujano que al terminar una compleja intervención afirma: “la intervención ha sido un éxito; no obstante, el paciente ha muerto”.

Medios menos establecidos comienzan incluso a cuestionarse que nuestros jóvenes actuales constituyan una generación bien preparada. Abundan artículos en la blogosfera que apuntan en esta dirección. Miroslav Panciutti por ejemplo llega a afirmar que “esta generación no sólo no es la mejor preparada de la historia sino que lo está peor que las precedentes”. Algunos datos que soportan este cuestionamiento los podemos encontrar resumidos en “¿La generación mejor preparada de la historia?”.

Me gustaría en cualquier caso profundizar en el razonamiento que introducía más arriba. La orientación a resultados hace referencia al concepto de eficacia, de conseguir los objetivos perseguidos, de movilizar las acciones necesarias para ello. El maestro Drucker lo ilustraba con el clásico ejemplo de la escalera: poco útil es que podamos subir muchos peldaños si la escalera no está colocada en el sitio correcto (perseguir la eficacia es más útil que perseguir la eficiencia a la hora de conseguir resultados).

Cuando analizamos la preparación profesional desde la perspectiva del resultado, comienzan a aflorar conclusiones que no eran visibles en el análisis más superficial de los medios, y se esfuman de paso algunos falsos debates. Veámoslo por ejemplo con el caso del aprendizaje del inglés. Es objetivo que nuestros jóvenes se manejan en esta lengua mejor que las generaciones anteriores. La cuestión es que hace veinte años a la mayoría nos sobraba el poco inglés que sabíamos (sólo era realmente necesario a los pocos que trabajaban en exportación), y hoy es imprescindible para la mayoría de los jóvenes manejarse con él con soltura. Desde el punto de vista de los resultados, las generaciones anteriores estaban sobradamente preparadas en este apartado, las de hoy no (así lo manifiestan los empleadores), y eso pese a que las de hoy conozcan el idioma en mayor porcentaje y con un dominio medio superior a las anteriores.

Algo similar ocurre con toda una serie de habilidades que se podrían encuadrar en el amplio apartado de la actitud. A la hora de encontrar soluciones a los complejos problemas que afectan a las organizaciones y a las personas, los conocimientos son sólo una parte de la solución. Desde la perspectiva de conseguir resultados hay que contar también con la creatividad, porque los problemas de hoy son distintos a los de ayer. Hay que contar también con la capacidad de allegar recursos ajenos al proyecto que pretendemos llevar adelante, y esto requiere de habilidades como la de estructurar la información de manera útil y didáctica, o la capacidad de comunicar, o hasta de seducir (liderar es seducir). Trabajar en equipo siendo capaz de encontrar sinergias entre personas con perspectivas y conocimientos diferentes es también clave para el éxito de proyectos ambiciosos.

Poco enseñan nuestros institutos o universidades sobre este tipo de disciplinas. Las asignaturas sobre Creatividad están confinadas a carreras muy específicas. Para aprender sobre Dirección de Proyectos hay en general que esperar a determinados Masters o al Doctorado. No me consta que la Seducción, la Visión o la Perseverancia consten en ningún plan de estudios anterior o posterior a Bolonia.

En conclusión, poco importa que el gato sea negro o blanco si caza ratones. Poco importa que sea o no la generación más preparada de la historia, lo realmente importante es que comencemos todos a concentrarnos en los resultados que perseguimos y actuemos en consecuencia. Gustavo Zerbino, que sobrevivió a 72 días de temperaturas extremas y sin comida, lo expresa de una forma motivadora: “En los Andes aprendimos que preguntarse ‘¿por qué me pasa esto a mi?’ lleva a la parálisis. Lo que hay que preguntarse es ¿qué es lo que quiero’ y ¿cómo lo consigo?”.

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