El blog de José María Mateu

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La sostenibilidad devuelve el péndulo de la globalización a lo local

diciembre 8th, 2022 · No Comments · Futuro, Sostenibilidad, Uncategorized

La realidad se comporta en ocasiones como un péndulo diabólico. Tras años postulando las bondades de la globalización, ésta parece haber perdido de repente todo su glamour. Una serie de eventos concatenados nos han llevado a descubrir su lado obscuro (un barco encallado en el canal de Suez, una pandemia que bloquea las fronteras, una guerra en Europa). De repente, el emperador ha quedado al desnudo, mostrando los riesgos de depender de proveedores remotos, o de decisiones que se toman muy lejos de nosotros.

La globalización ofrece no obstante numerosas ventajas. De ahí su avance imparable durante décadas. Entre otras, el poder disfrutar de productos excelentes de cualquier parte del mundo, o los ahorros que supone la especialización a nivel planetario.

Las desventajas han estado ahí también durante estos años, como una cruz indisociable de la cara amable de la moneda. Pocos las han sabido, o las han querido, ver. Mención especial merecen aquellos que se emplearon a fondo para que siguiéramos usando energías foráneas contaminantes, recurriendo incluso a gravar con impuestos absurdos (al sol) la energía que la naturaleza nos aportaba aquí gratuitamente.

Ahora, además, ha quedado al descubierto la amenaza definitiva, el cambio climático. ¿Tiene sentido desaprovechar el sol y el viento que podrían reducir, al menos en parte, nuestra dependencia del petróleo y el gas que no tenemos? Y tirando del mismo hilo, ¿tiene sentido transportar miles de kilómetros productos que no son sensiblemente diferentes a los que se producen a unas decenas de kilómetros? ¿Tiene sentido importar productos para los que tenemos alternativas igualmente valiosas, o que produciremos en nuestros campos vecinos apenas unos meses más tarde? ¿Tiene sentido traer del otro lado del globo manufacturas nuevas mientras se tiran aquí otras similares en perfecto estado?

El péndulo está volviendo a lo local, por pura supervivencia. Debemos sumarnos a la tendencia, nos va la vida en ello. Para ello debemos comenzar por ser conscientes de que hay dos formas de perseguir el desarrollo de nuestro entorno, la vía exógena y la vía endógena.

Es posible que nuestras compras de productos extraídos, cultivados o fabricados en otras partes del mundo acaben beneficiándonos, pero será por una vía muy indirecta e incompleta, la exógena. Los fondos soberanos de China, de Noruega, de los países del Medio Oriente acaban invirtiendo sus millonarias ganancias en territorios como los nuestros. Invierten en empresas nacionales, compran hoteles u otros activos, por ejemplo. Siempre será no obstante un retorno limitado, que no compensará el daño infligido al medio ambiente. Es lo que está llevando ahora a los países menos desarrollados a pedir compensaciones por las implicaciones de esta forma de actuar en esos países.

¿Cuál es la alternativa? El desarrollo endógeno, el que parte de lo local y hace circular los recursos propios para que los beneficios permanezcan y se asienten directamente en el territorio. En este ámbito, ha sido especialmente grato para mí conocer estos últimos meses la oferta de las Cooperativas de servicios y suministros de la provincia de Castellón (las hay en 55 municipios de la provincia), con las que he estado trabajando con el apoyo de la bicentenaria Diputación de Castellón. Estas cooperativas son entidades comprometidas con la triple cuenta de resultados (ver Construyendo empresas sostenibles). Parten precisamente de la componente que más difícil resulta a las empresas capitalistas, de la sostenibilidad social, que tienen impresa en su ADN cooperativo. Abrazan también la sostenibilidad medioambiental con sus productos de proximidad, su apoyo a los productores locales, sus esfuerzos en ámbitos como la energía renovable. Consiguen por último la sostenibilidad económica mediante su buen hacer y su proximidad al cliente.

Estas cooperativas representan sin duda un significativo ejemplo de desarrollo endógeno sostenible. La venta de productos de proximidad significa que estas cooperativas están ayudando a sus vecinos a vender sus productos, a crear riqueza, a generar y mantener el empleo local.

Me resulta curioso sin embargo pensar que muchos de esos vecinos optan por ofertas menos locales, probablemente porque ignoran que comprar en esas cooperativas les acabaría beneficiando a ellos mismos. O quizás sea porque nos hemos acostumbrado a no ver todas las implicaciones de nuestras decisiones. O podría ser también, simplemente, por aquello de que nadie es profeta en su tierra.

Es momento en resumen de volver a lo local, de que reivindiquemos lo próximo, de que recurramos a empresas locales a la hora de comprar, porque actuar de manera local es beneficiarnos a nosotros mismos, y al planeta.

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