Los directivos se sorprenden a menudo por la incapacidad de su organización para comprender la necesidad y los beneficios del cambio. Esta constatación les lleva en ocasiones a dudar del acierto de sus decisiones, y hasta de sus habilidades para la dirección. Encontrar soluciones para vencer la resistencia al cambio es clave para la supervivencia y el progreso de la empresa.
Trataré de dar alguna pista para la exploración en busca de estas soluciones. Partiré para ello de tres axiomas básicos:
Axioma 1: Toda organización abandonada a su inercia perecerá
Las necesidades y los gustos de los clientes evolucionan. El marco jurídico y económico cambia. Surgen nuevas tecnologías alternativas capaces de hacer lo que estamos haciendo con menor coste o mejores prestaciones. Nuevos o viejos competidores las adoptan para obtener ventajas competitivas. Las empresas que no reaccionan, o que se limitan a mantener intactas su propuesta de valor y su forma de hacer las cosas, acabarán siendo desbordadas por el avance inexorable del cambio.
Axioma 2: El rol principal del directivo es provocar el cambio
Una organización bien engrasada no necesita que la dirijan. Se mueve por inercia. La necesidad del directivo emerge cuando hay que cambiar esa inercia. Renegar de ese rol de inductor del cambio es abandonar a su suerte a la organización, dejarla indefensa ante los cambios en el entorno y en el mercado. Es una irresponsabilidad que nadie se puede permitir. Hay que acometer el cambio, aunque no sea lo que a uno más le apetece.
Axioma 3: Toda iniciativa de cambio activa fuerzas que se oponen a él
Las iniciativas de cambio sacan a la organización de su zona de confort. Las personas que la integran, y que se desenvuelven ya con soltura en el status quo vigente, se ven de pronto obligadas a adaptarse a un nuevo escenario. Lo que se pierde con el cambio parece más evidente, y más importante, que los que se gana con él. Surgen dudas también sobre la capacidad de desenvolverse en el nuevo escenario y de obtener los beneficios que promete.
Estos axiomas son en mi opinión incuestionables, las dudas surgen al abordar la forma de inducir y conducir el cambio. Es entonces cuando la habilidad del directivo se pone a prueba. Me limitaré ahora a poner el foco en tres tareas clave para conseguirlo, tareas que expreso en forma de corolarios:
Corolario 1: Hay que establecer un clima de entendimiento y colaboración entre la dirección y el resto de la organización
El entendimiento y la colaboración promuevan las sinergias capaces de vencer las resistencias al cambio. Promueven además la empatía, que es la fuerza que ayuda a comprender las necesidades de los demás, y el mecanismo que guía hacia un reparto equitativo de los esfuerzos y de los beneficios del cambio.
Corolario 2: Hay que hacer ver a la organización lo irrefutable de los axiomas anteriores
No bastará con contarlo. Hay que hacer que las personas lo descubran por sí mismas. Sólo se movilizarán las fuerzas del cambio necesarias si se asume como propia la necesidad de afrontarlo. No es tarea fácil, requiere de refinadas habilidades directivas para la comunicación, y hasta para la seducción.
Corolario 3: Hay que proveer a la organización de herramientas para afrontar el cambio
Parafraseando e Peter Senge, hay que invertir en iniciativas de cambio. No hay que escatimar a la hora de preparar a las personas para afrontar el cambio. El reto es a menudo ambicioso, y será difícil de lograr si las personas no obtienen el apoyo que necesitan, en forma sobre todo de preparación para desenvolverse en los nuevos escenarios.
La aplicación de estos principios puede allanar el camino para el cambio. Al menos puede suponer un primer paso de un camino que hay que recorrer, sí o sí.
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