«Los autónomos son la médula espinal de la economía española» afirma el presidente de nuestro gobierno en un acto público reciente. Para su ministro de Hacienda más bien parecen los sospechosos habituales.
Convertirse en autónomo suele significar trabajar muchas horas y, las más de las veces, no ganar mucho. Pero lo peor viene luego, cuando una parte desproporcionada de sus ingresos debe ser dedicada, por ley, a financiar a unas Administraciones Públicas manirrotas.
Hacienda decide por ejemplo qué gastos son deducibles y cuáles no, haciendo por ejemplo que una elevada proporción de los autónomos no pueda deducirse los gastos de transporte en que incurre cada vez que visita a cliente o potencial cliente. El resultado de esta y otras argucias hace que un autónomo que alcance los ingresos medios de un asalariado español colabore el doble que éste con la Hacienda pública.
La exigencia de calcular las retenciones en función de los ingresos, en lugar de hacerlo en función de los beneficios o ingresos netos como cualquier otra empresa, implica otra generosa colaboración con Hacienda, la de convertirse en su financiador permanente a cambio de un cero por ciento de interés.
Me comentaban recientemente la última consideración de nuestros gobernantes para con los autónomos. Consiste en usar también los ingresos brutos familiares para decidir si a los hijos de la familia les corresponde o no disfrutar de una beca. Imagino que a estas alturas deben quedar pocos becados en las familias con progenitores autónomos.
Los empresarios individuales, los autónomos, son sin duda uno de los componentes más dinámicos de una economía, y mejor nos iría si ese componente creciera y tuviera éxito. Ni el sector público ni las grandes empresas son capaces de crear el empleo que un país como el nuestro necesita. Las pequeñas empresas y los autónomos son una parte sustancial en lo que a empleo se refiere, y son a menudo también claves para un funcionamiento sano e innovador de las grandes empresas. En resumen, la economía necesita del dinamismo y la flexibilidad que proporcionan los autónomos.
Adular es fácil, sobre todo en tiempos electorales. Tratar con justicia y equidad parece no serlo tanto.
No Comments so far ↓
There are no comments yet...Kick things off by filling out the form below.