El blog de José María Mateu

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Emprender como terapia madurativa

mayo 24th, 2012 · No Comments · Emprender, Talento

“…quien quiera un trabajo deberá en gran parte inventarlo a su medida”, decía Lynda Gratton, autora de Prepárate: el futuro del trabajo ya está aquí, en una entrevista publicada el once de marzo en El País Semanal. Quizás el reto (“inventar un trabajo”) sea demasiado ambicioso para gran parte de esa legión de jóvenes que en nuestros días persiguen un empleo con pocas opciones de encontrarlo.

Permítanme un rodeo. Madurar significa, entre otras cosas, aprender a balancear la ambición con la propia capacidad, aprender a equilibrar lo deseado con lo alcanzable. En ocasiones se critica que la madurez es perder parte de la ilusión. Es posible, pero también es cierto que la madurez ayuda a conseguir objetivos. Aquella provocadora frase del mayo del 68, “sé realista, pide lo imposible”, está muy bien como eslogan motivador, pero a la hora de la verdad no es tan útil no como vía para conseguir algo.

La madurez enseña, por ejemplo, que lo imposible conviene trocearlo en objetivos parciales más asequibles, porque de lo contrario, cuando uno se da cuenta de que ha estado largo tiempo bregando por conseguir objetivos ambiciosos y que sigue lejos de sus objetivos, tiende a desanimarse, y a no conseguir nada. Sin embargo, cuando uno alcanza un primer objetivo de una serie de objetivos parciales se anima, y consigue fuerzas para ir a por el siguiente. Madurar es pues, en este sentido, positivo.

Vayamos a la cuestión planteada en el título (cómo madurar). Mi tesis es que emprender es una vía para madurar, y es además una vía rápida. Lo argumento con un ejemplo.

Recientemente asistí a la presentación de la segunda convocatoria del concurso de emprendedores 49k, una iniciativa promovida por jóvenes cuya continuidad merece nuestro aplauso y apoyo. Durante el acto, los propios emprendedores presentaron los proyectos preseleccionados para esta edición. ¡Todo entusiasmo!, y, si me lo permiten, bisoñez.

Intervinieron también en el evento algunos de los emprendedores seleccionados en la edición anterior, es decir, emprendedores que llevan ya un año bregando por sacar adelante sus proyectos. La mayoría de ellos luchan todavía por salir de esa fase que Moore llamó de manera descriptiva el abismo.

El contraste no podía ser más evidente para un observador externo. Se diría que los emprendedores de la primera edición hubieran sido sometidos a un intenso proceso de maduración acelerada. El entusiasmo, lindante con la temeridad, había dado paso a un realismo atronador. Por el camino estos emprendedores parecen haber reconocido sus limitaciones, sus carencias, han aprendido a valorar de manera más precisa el tamaño del reto que afrontan, han comprendido la necesidad de contar con el apoyo de otros para afrontar retos ambiciosos.

Han madurado, están mejor pertrechados para atravesar el abismo. Han cursado un Master en realismo. Algunos de sus compañeros de edición habrán renunciado a su proyecto emprendedor, pero ellos siguen adelante, con un entusiasmo más matizado, pero con más capacidad para alcanzar el éxito. ¡Bravo por ellos!

 

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